miércoles, 30 de septiembre de 2009


El hombre que tiene la cura para el alcoholismo

Este ingeniero químico de 54 años está a punto de hacer historia con su trabajo desde Chile, pero más que eso, su objetivo es hacer de la ciencia en el país una actividad rentable que contribuya en forma concreta al desarrollo nacional

ALQUILERES

Juan Asenjo de Leuze es el único chileno que tiene una enzina bautizada con su nombre, aunque sea informalmente, la que está casi lista para ser comercializada como un revolucionario avance en la industria de los detergentes.
Tan a gusto en el laboratorio como en la cocina. Así se siente Juan Asenjo de Leuze, quien explica que el primero le apasiona, pero la segunda le relaja. Así pasa con total naturalidad de los matraces, pipetas, centrífugas y fórmulas a las cacerolas, sartenes, hornos y recetas, con que cocina cenas que son famosas en su círculo de amistades y sus publicaciones científicas rivalizan en volumen con su bilblioteca gastronómica, que cuenta más de 80 volúmenes de cocina japonesa, hindú, egipcia y un largo etcétera...
Estas dos ocupaciones reflejan bien su perfil, como un científico de alto vuelo, preocupado de problemas tan aterrizados y cotidianos como encontrar una cura contra el alcoholismo o lograr detergentes que laven mejor con el menor gasto de energía.
Su carrera profesional comenzó en 1974, cuando se tituló de ingeniero civil químico en la Universidad de Chile. En 1978 se doctoró en Inglaterra, donde conoció a su esposa, Bárbara Andrews, y regresó brevemente a Chile, para luego ocupar un puesto de académico e investigador en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Aunque reconoce que ese era un trabajo “no cinco, sino diez estrellas”, razones familiares lo llevaron a trasladarse en 1986 a Inglaterra, donde instaló un centro de investigación en la Universidad de Reading.
En 1995, consideró que su tarea en Gran Bretaña estaba cumplida y un deseo de enfrentar nuevos desafíos lo trajo de vuelta a Chile, donde instaló el Centro de Ingeniería Química y Biotecnología de la Universidad de Chile.
En estos años, ha centrado sus investigaciones en el desarrollo de “virus amigables”, capaces de infectar el cuerpo humano con el remedio en lugar de la enfermedad y en la búsqueda de nuevas enzimas que actúen a bajas temperaturas, lo que le valió obtener el Premio Nacional de Ciencia Aplicada 2004.
La semana pasada estuvo en Arica, invitado por la Universidad de Tarapacá a dictar la charla magistral con que se dio inicio al año académico, oportunidad en la que también conversó con “La Estrella”.

EXPROPIACIONES

VIRUS AMIGOS
-¿Como es eso de los virus amigables?
-Cuando nace la ingeniería genética se empieza a fabricar, por ejemplo, insulina humana en bacterias y después esa insulina se purifica y se le da al ser humano que es diabético. La alternativa es colocar en un virus el gen de la insulina, ese virus entra en la célula pancreática e infecta la célula, que ahora puede replicar el virus y producir su propia insulina. En el primer caso, usted le está regalando los pescados al organismo y en el segundo, le está enseñando a pescar. Es una cura para la diabetes, porque se le cambia la información genética a la célula del páncreas y eso es lo que se llama la terapia génica. En eso se está trabajando hoy para curar enfermedades genéticas, como el cáncer de mamas o muchas otras y el principal vector que se usa para introducir la información genética al organismo son virus “sanos”, a los que se les han sacado los genes que los hacían nocivos.
-¿Así es como espera curar el alcoholismo?
-Sí, porque los seres humanos orientales no pueden asimilar el alcohol, porque les falta una enzima que es parte del metabolismo del alcohol. Por eso, si toman mucho alcohol se ponen rojos y tienen una reacción muy fuerte. Por eso esa gente bebe menos y si ese tipo de modificación genética se hace en la población, se piensa que va a contrarrestar el alcoholismo.
-¿Se trata de que la gente se sienta tan mal que deje de beber?
-Claro, y no es algo que se haga en forma consciente, sino que el organismo automáticamente, cuando no pude asimilar el alcohol, lo rechaza y le va tomando una aversión.
-¿Les falta mucho para llegar a resultados?
-No, entiendo que el equivalente al Servicio Nacional de Salud en Estados Unidos ya ha financiado pruebas para esa técnica, porque el alcoholismo en todos los países del mundo es una enfermedad social, que tiene un costo económico alto. No sé si será algo tan importante como encontrar una cura para el alzheimer, pero el número de accidentes laborales que se producen por alcoholismo es muy importante.
-¿Se trata de una vacuna, algo para prevenir que la gente empiece a tomar mucho o un tratamiento sólo para quienes tienen problema con la bebida?
-Yo creo que tiene que ser algo para la gente que consume alcohol en exceso, no para toda la población, porque a la gente que sabe controlar lo que toma, no hay para que darle la cura.
-¿Y sería una cura definitiva?
- La idea es usar un virus, por decirlo así, de largo plazo. Hay virus que infectan a las células por algunos días o semanas y otros que pueden permanecer durante años. La gracia es que sea algo que dure un par de años por lo menos.
-¿Y esto lo está haciendo usted con su equipo en Chile?
-Sí.
- Y paralelamente en otras partes?
-Bueno, uno de los expertos que colabora en esto es el doctor Jedi Israel, del Laboratorio de Farmacoterapia Génica, que tiene un nombramiento en la Universidad de Chile y uno también en la Universidad Thomas Jefferson en Filadelfia, así es que yo diría que en esta área en Chile somos líderes.
-Esto es algo que les puede significar mucho dinero.
-Claro, pero también está el lobby de las empresas que venden alcohol, que así como con el cigarrillo es muy fuerte, así que habría que ver hasta que punto puede desarrollarse como negocio.

VIVIENDAS

DE LA ANTARTICA
A LA LAVADORA
Perspectivas económicas más claras tiene el otro proyecto estrella del doctor Asenjo, quien se dio cuenta de que los detergentes que hoy están en el mercado no lavan bien con agua fría, porque basan su poder desengrasante y de eliminación de la materia orgánica en enzimas que alcanzan su máxima actividad entre 50 y 60 grados. Reemplazarlas por enzimas que funcionen bien con agua fría podría ser grito y plata, porque al no haber necesidad de calentar el agua se haría más fácil el lavado y se ahorrarían grandes cantidades de energía, pero no se conocía ninguna con esa característica, hasta que Asenjo tuvo la inspiración de ir a buscar donde no podrían sino funcionar a baja temperatura...en la Antártica.
-¿Qué tan avanzado está ese trabajo?
-Encontramos la primera enzima, que en términos de broma bautizaron como “Juanasa”. La identificamos en el estómago del krill y es una protasa, que degrada proteínas. Ya está patentándose en los Estados Unidos, se conoce su secuencia genética completa y se puede producir en “escericcia colli” y en levaduras, así que ya está relativamente cerca de una posible comercialización y la estamos empezando a ofrecer a diferentes empresas que fabrican enzimas. Una segunda enzima que encontramos en el estómago del krill es una lipasa, que degrada grasas o lípidos. Se sabe que es original, que funciona a baja temperatura, pero falta encontrarle la secuencia genética completa para poder preparar una patente. Y luego hay una tercera, que es una subtilicina de una bacteria que trajimos de la Antártica y que tiene la gracia de que es similar a la que usan los detergentes hoy día. Así que en orden, la que está más desarrollada es la juanasa, después la lipasa, que es también de krill y la tercera sería la subtilicina, todas activas a baja temperatura. El plan nuestro, es que nuestro grupo se transforme en los expertos a nivel internacional en enzimas a baja temperatura y tener una batería de productos que ofrecer, para aplicaciones médicas o de alimentos.
-¿Dónde lo están ofreciendo?
-Por ahora, lo que estamos viendo es ofrecer este producto a nivel internacional, pero en Chile también hay interés por fabricar productos biotecnológicos. Ya hay una empresa nueva, que se llama Biopacific, que nosotros pensamos que podría tener interés en fabricar la enzima en Chile y exportarla. En este momento, Biopacific está produciendo productos biotecnológicos que fueron desarrollados en Cuba.

FRIGILANDIA

TRABAJO PARA
CHILENOS
-¿Esto abre una puerta para los aportes privados al desarrollo de la ciencia en Chile?
-Absolutamente, Yo como soy ingeniero de formación y mi centro de Ingeniería y Biotecnología está en la Escuela de Ingeniería, nos interesa mucho no sólo hacer la investigación básica científica, sino que haya un desarrollo hacia la empresa, comercialización de los productos y que se desarrolle empresa biotecnológica chilena, con capitales chilenos y que de trabajo a chilenos.
-¿Las patentes que usted tiene le han redituado económicamente?
-No. El año pasado en enero, el Presidente Lagos me invitó a participar en una gira a Europa, porque él tenía interés en hacer contactos con la industria biotecnológica europea. La gira presidencial empezó en Dinamarca, donde está la principal empresa biotecnológica de Europa, que se llama Novo. Lagos hizo una reunión en esa empresa y yo aproveché de preguntar cuántas de las patentes de Novo resultan en éxitos comerciales y la respuesta fue que la empresa saca, como promedio, cien patentes al año y tiene un nuevo producto comercial exitoso cada dos años.
-¿O sea que aquí se aplica lo que decía Edison de que se necesita un uno por ciento de inspiración y un 99 por ciento de transpiración?
-Absolutamente, en el caso de Novo es el 0,5 por ciento el que resulta rentable, en otras empresas puede ser el uno o el dos por ciento, pero si uno no tiene las patentes es cero por ciento, por eso es importante que los chilenos aprendan a patentar, para que eventualmente haya éxitos comerciales y crear puestos de trabajo en el área de la biotecnología.
Yo creo que Arica es un caso muy importante. Así como hay un gran interés por desarrollar la biotecnología para mejorar la agricultura en el Valle de Azapa, sería muy bueno que los talentos de Arica se dedicaran a esta disciplina, hicieran doctorados en Santiago o en el extranjero y volvieran acá a desarrollar esta técnica. Yo acabo de estar esta mañana en la Facultad de Agronomía, viendo los laboratorios que hay y tienen un equipamiento de primer nivel mundial. Lo único que falta son los talentos de la zona para ayudar a desarrollar este campo, que además tiene para Chile un futuro tremendo. Todo lo que es la agricultura en el desierto, de aquí a 20 o 30 años va a ser el boom económico.
-¿Porque vamos a estar un mundo con menos agua?
-No, por lo fértil que puede ser. Si aquí uno ve lo que se ha hecho se da cuenta que el agua no es la limitante. La limitante son los emprendedores, ya sea de proyectos académicos o de proyectos empresariales para desarrollar más la agricultura.
A mi me llama la atención el éxito que ha tenido nuestro centro en Chile y por eso es que estoy en Arica para respaldar la creación de un semillero de biotecnología aquí, que me parece sumamente interesante.

GANAR DINERO

DECIR NO
-¿Qué es lo mejor y lo peor de ser premio nacional?
-Lo bueno es el reconocimiento. Es un gran honor, son muy bonitas todas las ceremonias que se hacen y tiene un efecto sicológico importante, en el sentido de que uno se atreve no sólo a decir, sino que a hacer muchas cosas que las podría haber hecho antes, en términos de ciencia, pero que no se atrevía. Cuando recibe un reconocimiento así, uno se dice muchas de estas locuras que se me habían ocurrido parece que tienen reconocimiento, así que se atreve a hacer más locuras, por decirlo de algún modo. También tiene un efecto en los colaboradores de uno, porque todos ellos se sienten en parte galardoneados y más estudiantes talentosos se van a interesar en trabajar con nosotros. Otro efecto positivo..., bueno, con el premio fui de vacaciones a Brasil este año.
El único efecto que yo creo que podría llamarse negativo es que uno empieza a recibir muchas invitaciones y tiene que aprender a decir que no, porque de repente lo invitan de una escuela por ahí y el tiempo no da para ir a todos lados.

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